Construyendo comunidad
El modelo económico neoliberal se caracteriza por la individualización de la sociedad y la lucha por la defensa de los derechos, pero desde la perspectiva personal. Esta estrategia contribuye directamente en la profundización de la brecha existente entre clases sociales, porque es más fácil abatir un derecho cuando la lucha es individual y no colectiva.
No fue tan complicado para el modelo económico el propiciar esa individualización, porque nadie se niega a un beneficio personal; sin embargo, no solo se trata de ese tipo de beneficios, sino de ir minando la comunidad porque eso simplifica la toma de decisiones. Es más sencillo convencer a uno que a 100.
Bajo ese esquema, se fragmentó la convivencia y con ello la posibilidad de que permeen problemas que atacan justo en esos espacios donde la colectividad no permite que entren.
La inseguridad, el aislamiento, la búsqueda del beneficio personal, la falta de comunicación, todos esos son factores que se desarrollan a partir de la individualidad.
Frente a ello encontramos la comunidad, la solidaridad, el compañerismo, el acompañamiento, elementos que permiten el fortalecimiento de los lazos sociales y que evitan que, por ejemplo, la delincuencia penetre en los núcleos sociales.
Hay muchos ejemplos que podemos abordar en relación a cómo es importante desarrollar lazos comunitarios que permitan el reapropiarnos de espacios públicos para recuperar, en cierta medida, no solo la cohesión social sino la prevención de daños mayores como la descomposición social.
Pero el fomentar la comunicación no es lo único que tenemos que hacer, también es importante el fomentar actividades que nos permitan desarrollar habilidades de trabajo en equipo y compañerismo, la práctica de deportes en equipo, la participación de talleres y torneos culturales y deportivos, muchas actividades que no sea solo vernos la cara unos a otros, sino la posibilidad de convivir, de compartir, de ayudar y colaborar.
Para ello es necesario construir y fomentar esos espacios de convivencia, y a partir de ésta impulsar la lucha social, ésa que se perdió por la propia individualización generada por el sistema económico. Es necesario recuperar ese idealismo, esa identidad basada en la colectividad, porque solo ello nos permitirá, como sociedad, avanzar en la defensa de derechos tanto individuales como colectivos, pero a partir de la unidad, porque si bien es cierto que no todos tenemos los mismos intereses, sí tenemos los mismos derechos, y solo la unidad y la lucha colectiva nos permitirán avanzar en esa defensa.
Aunque el impacto se perciba en la esfera colectiva, la medida en la que se avance en la solución de problemas grupales nos permitirá avanzar también en la estabilidad individual; se trata de un ciclo de ganar–ganar: si gana la sociedad, también el individuo.
Lo mismo aplica para las instituciones en las que la organización colectiva es primordial para su funcionamiento, cuanto más para la defensa de los derechos de quienes pertenecen a ellas. Dentro de las mismas instituciones se crean, por ejemplo, en el caso de las educativas, órganos colegiados para la organización y toma de decisiones, asociaciones de alumnos, sindicatos de maestros y trabajadores, entre otras formas de organización que permiten su crecimiento y fortalecimiento de dicha institución; igual en el campo, a través de los ejidos o en las cooperativas.
Así, la organización colectiva, con todo el trabajo que implica la posibilidad que personas con diversidad de pensamiento y opiniones puedan ser capaces de organizarse, permite que el alcanzar objetivos comunes sea razón suficiente para dejar, momentáneamente, de lado el beneficio personal y avanzar en la construcción de colectividad en beneficio de todas y todos.