ZACATECAS. Con ingresos al mínimo, comerciantes y transportistas de la capital urgen a solucionar la huelga que estalló el Sindicato del Personal Académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas (SPAUAZ) el 18 de febrero, pues advirtieron que la parálisis ha causado estragos en la economía.
La baja en ventas se registra en negocios de comida en la calle, restaurantes, papelerías, hasta el transporte público por la falta de los alumnos que usan estos servicios de manera cotidiana.
Hay negocios en los que las ventas cayeron hasta 90 por ciento, incluso por debajo de la temporada de pandemia por la COVID 19.
Sin ventas
“Calles sombrías, sin ambiente, sin ventas y vacías es lo que nos ha dejado la huelga de la UAZ”, lamentaron comerciantes establecidos y semifijos desde los primeros días con las actividades paralizadas en la máxima casa de estudios del estado.
Marisol administra una papelería que permanece desde hace 10 años en la avenida Preparatoria y que debido a la huelga tuvo que reducir su personal y cerrar más temprano.
“Está bien difícil mantener la papelería en estos momentos, pues nuestra alimentación depende de lo que vendemos diario, y ahorita si vendo 100 pesos es mucho”, puntualizó.
Otros de los negocios que se han visto severamente afectados son los locales dedicados a las fotocopias, “en esta semana no sacamos ni para el mantenimiento de las máquinas”, expresó Fernando Estaban Landeros Martínez.
“Para nosotros es muy difícil porque vendemos antologías, libros y copias al mayoreo y menudeo, pero muchos trabajos se quedaron detenidos porque no hay alumnos, la ventaja es que abogados y vecinos de los alrededores nos consumen”.
Refirió que cuando hay paros están conscientes de que serán uno o dos días y no sufrirán tantas pérdidas económicas, pero ahora está más complicado, “nadie sabe cuánto se puede extender la huelga”.
Además del negocio de fotocopias, Landeros Martínez administra una cafetería, en la cual tuvieron que disminuir el personal porque las ventas bajaron hasta 90 por ciento. “La abrimos para al menos sacar la comida que queda, para que no se eche a perder”.
En tanto, Raúl Tovar Ríos, encargado de las tostadas de la Facultad de Contaduría y Administración (FCA), expuso que sus ventas disminuyeron 70 por ciento, pues son sobre todo estudiantes e incluso profesores quienes acuden a comer y ahora con la huelga muy pocos consumen.
“La verdad nos está yendo muy mal, estamos peor que en vacaciones. En una semana normal, para las 3 o 4 de la tarde ya andaba terminando todo y ahora nos extendemos hasta las 7 u 8 de la noche y se nos queda mucho”.
Detalló que al ser un negocio de comida las pérdidas son importantes, porque la salsa, el ingrediente principal de su negocio, se debe tirar si no se vende al día, además de los encurtidos que tienen un tiempo de vida determinado.
Recuerdos de pandemia
“La huelga nos recuerda cuando estábamos en pandemia”, afirmó Sonia Jiménez, quien desde hace más de 20 años se dedica a la venta de tacos de canasta y gorditas en la avenida Preparatoria.
Recordó que sobrevivió a crisis como “la huelga de 2014 o 2015, no me acuerdo bien, y la sanitaria por la COVID”, pero reconoció que a estas alturas existe más incertidumbre acerca de cómo sobrellevar la parálisis de la universidad.
“En mi caso aún no pega tanto, pero de seguir así tendré que descansar a mis empleados hasta que se reanuden las clases”, enfatizó.
En ese mismo corredor, donde se mezclan papelerías, establecimientos de copias y de comida, los locatarios de la zona frente a preparatoria 2 también explicaron que sus ventas “disminuyeron drásticamente”.
Raúl Méndez, quien vende gorditas y burritos, advirtió que “la huelga es un golpe al bolsillo de las familias que vivimos de los estudiantes”.
Explicó que en un día normal de clases sus ingresos oscilan entre los 800 y los 1 mil 100 pesos, de los cuales tiene que gastar en alimentos e insumos”, pero con la huelga solo saca para comprar los alimentos».
En ánimo de esperanza, precisó: “como quiera la comida que no vendo se la llevo a mi familia”, pero reconoció que si sigue el problema, tendrá que buscar una entrada extra de dinero para solventar los gastos de su hogar.
Resaltó que, en pláticas con los colegas de dicha zona, la situación es igual para todos: “son necesarios los alumnos en Zacatecas para sobrevivir”.
Sin pasaje
Las rutas urbanas padecen la ausencia de los estudiantes de la UAZ, debido al estallamiento de huelga, orillándolos a reducir en gran medida la operación de sus camiones.
“No nos está afectando, nos está matando”, lamentó Doroteo Mojarro Soto, concesionario de la ruta 17, una de las pocas que llega hasta las afueras del Campus Siglo 21, y donde ahora se observa desolado.
El concesionario relató que ante la falta de los estudiantes se vio en la necesidad de bajar la operatividad de las rutas, pues de 31 camiones, por los efectos de la huelga disminuyó a 18. “Esa huelga nos está acabando”, insistió.
Ante los efectos económicos que esta huelga ha causado en la entidad, cuestionó a la Rectoría y al SPAUAZ: “yo no entiendo por qué no se sientan a dialogar y toman acuerdos, ¿por qué siempre el jodido tenemos que ser nosotros, la ciudadanía?”.
Raúl Guerrero Román, concesionario de las rutas 14 y 13, coincidió en la afectación que esto provoca en el transporte, “al no haber escuelas nos está yendo como si fueran vacaciones”, lo que ocasiona una caída económica de hasta 30 por ciento.
Otras unidades, alertó, “casi se mueren”. Agregó que se complica su situación por la construcción del segundo piso, “se juntan los camiones y eso está generando que se tarden mucho, algunos van muy llenos y otros muy solos”.
Desolación
Sobre una desolada avenida Ramón López Velarde, vendedores de copias, abarrotes y alimentos esperan que la huelga termine para recuperar los clientes y las ventas.
“No hay gente, no viene nadie, no vendemos casi nada. [Los estudiantes] venían a sacar copias para trámites para el título, pero ahora no hay nada”, lamentó Melany, quien trabaja en una fotocopiadora.
La situación es la misma con Nancy, quien expuso que la huelga afectó bastante: “nuestro horario era de las 8 a las 7 de la noche, pero ahora estamos de 10 a 5, está bajando bastante la afluencia”. La trabajadora de la fotocopiadora incluso aseguró que “había más gente en la pandemia”.
Para Laura, Griselda, Melany y Claudia, quienes trabajan en un negocio de comida, “sin estudiantes la calle no se mueve”. Sobre la avenida, en la tienda de Adolfo y Mayela perdieron de 80 a 90 por ciento.
“Somos familias que dependen de aquí, es nuestra segunda casa, de aquí depende nuestra familia y el patrimonio de los dueños”.
Los trabajadores de los comercios concordaron en que su principal clientela son los estudiantes y personal de la universidad, por lo que ahora las mesas están vacías, las máquinas de copiado sin funcionar y los productos se quedan en los estantes.