CIUDAD DE MÉXICO. Bruno Aloi cuajó una artística faena en la Plaza México, la cual no consiguió rubricar con la espada, dejando escapar un triunfo importante durante el mano a mano que sostuvo con Emiliano Osornio.
Éste último no tuvo ninguna opción con su lote del encierro de Carranco que resultó muy flojo y deslucido, del que únicamente funcionó el cuarto de esta novillada de la feria de aniversario.
Y fue precisamente con ese novillo, segundo del lote de Bruno, que gustó mucho desde que se abrió de capote y aprovechó la nobleza de Perdiguero, que embistió con calidad en una faena bien estructurada y concisa, en la que brillaron los naturales de figura relajada y trazo largo que le llegaron mucho al público que lo estuvo alentando en todo momento.
Motivado por la respuesta del público, Bruno toreó con sentimiento y se abandonó en distintos pasajes de un trasteo en el que intercaló vistosos adornos, como una vitolina de suave temple o un cambiado por la espalda, además de los ceñidos pases de pecho con los que abrochó series de magnífico acabado.
Sin embargo, a la hora de matar señaló varios pinchazos que echaron la posibilidad de cortar dos orejas.
Desde el novillo que abrió plaza, que fue deslucido, Bruno mostró actitud y hasta sufrió una aparatosa voltereta, de la que sacó un varetazo en el muslo izquierdo y un golpe de pezuña en una mejilla.
Pero no se amilanó y continuó en esa misma línea del aguante. Brindó, mediante los micrófonos de la televisión, a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, a quien solicitó, de manera respetuosa, la defensa de las tradiciones y la salvaguarda del toro de lidia.
Al sexto lo recibió con una larga cambiada a porta gayola de limpia ejecución y luego le dio varias verónicas cadenciosas que emocionaron a la gente.
Antes de comenzar la faena llamó al tercio a su hermano, el rejoneador Fauro Aloi, al que hizo un brindis íntimo y muy sentido, que antecedió una labor interesante con un novillo que apuntó cosas, pero que se desfondó conforme avanzó la lidia en la que Bruno trató de sacarle partido. En un alarde de valor fue empitonado sin consecuencias.