Estación Camacho, una memoria feliz
Está asentado: las estaciones zacatecanas de la ruta del Ferrocarril Central Mexicano, de Ciudad de México a Ciudad Juárez, cumplieron, en este marzo de 2024, 140 años de laborar y forjar una historia propia. Las estaciones son Soledad, Trancoso, Guadalupe, Zacatecas, Pimienta, Calera, Fresnillo, Mendoza, Gutiérrez, Cañitas, Cedro, La Colorada, Pacheco, Guzmán, González (Opal) y Camacho.
Estación Camacho está en el kilómetro 936, desde la capital del país. Este punto era considerado el último en el territorio zacatecano; o el primero viniendo desde Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez.
Son 140 años y vale señalar un hecho en la historia nacional: en octubre de 1909 pasó por Camacho el presidente Porfirio Díaz.
El transcurrir se debe a que iba a Ciudad Juárez, para entrevistarse con el presidente de Estados Unidos, William Howard Taft. La caravana presidencial la formaban un tren militar, el del presidente y otro con invitados del gobierno de Chihuahua. Por supuesto hubo otros ir y venir presidenciales.
No ignorar que existe la tradición oral y narrativa que Trinidad García de la Cadena fue asesinado en Opal, estación próxima a Camacho. Esa acción deleznable ocurrió en noviembre de 1886.
Camacho, un lugar que emociona
La semana pasada fueron publicadas referencias sobre el 140 aniversario de Estación Camacho. La narración gustó y en redes (Twitter y Facebook) comentaron parte de sus historias vividas. Se formó un coro de recuerdos que permitió reunir la emoción de quienes viven y siguen en esa gran comunidad de Mazapil. Transcribo algunas notas.
Carmen Félix, maestra jerezana y estudiosa de tradiciones regionales, cita como referente visual de Estación Camacho la montaña el Pico de Teyra, le llama “un vigía maravilloso”. Margarita Estrada, nativa del pueblo, apuntó: “el lugar más bonito del mundo, es mi casa”.
Agregó: “La estación era un lugar donde la gente se reunía en espera del tren, para esperar a alguien o viajar. Recuerdo que había una banca y allí estaban las señoras con quesos, pan y tunas”.
Aurora López con querencia dijo: “En Camacho se subía al tren Jesusita Macías con sus enchiladas que jamás nadie igualará; Socorro con sus sabrosos tacos de picadillo con papas; Elisa con quesos. ¡Qué recuerdos de mi Camacho!” ¡Y cómo no recordar a doña Consuelo Palomo, con sus gordas y panes de cosedor!
Martín Hernández señaló: “desde Estación Pacheco también se mira el Teyra”. Ludy Guzmán con emoción escribió: “mi tierra, allí nací, en Estación Camacho”. El ingeniero Rodrigo Sáenz Soto recordó: “Estación Camacho se ha distinguido por sus hombres y mujeres de trabajo. Han sabido conquistar el semidesierto.
En los 80 iniciamos un café literario, conjuntamos un buen grupo, como el padre Tomás (entrón a la literatura y el deporte), el comisionado de la CFE, René Díaz Tapia; Guadalupe Flores Morales, excelente pintor costumbrista; Panchito del teléfono. El inspector de primarias Pedro Escamilla González. Estación Camacho desde la ventanilla del tren se veía desolada, pero cuenta su gente con valores de las familias campesinas y el trabajo voluntarioso”.
Sergio, Checo Zerch asentó: en los 70 “mi abuelo, don Benjamín Hernández, trabajó como jefe de estación”. Armando Perales Núñez dijo: “Mi abuelo murió en 1905, era ferrocarrilero. Allí está enterrado. Mi padre, de 1903, falleció a los 97 años”. Agrega que el lugar es anterior a la estación.
El maestro pianista Antonio Manzo confesó: de Camacho “tengo una historia de novela”. El historiador y cronista deportivo Alberto de la Torre entusiasmado dijo: “Camacho sigue perviviendo y resistiendo; la nobleza y hospitalidad de sus habitantes salen a flote cada que uno visita la localidad”.