TLAXCALA. Rozó Diego Ventura la primera puerta grande de su nueva temporada mexicana, pero le denegó el palco la segunda oreja del cuarto toro de la noche, de Rancho Seco, deslucido por su falta de raza.
El rejoneador puso todo el celo que le faltó a su oponente, al que llegó mucho en banderillas con Velásquez, metiéndose por dentro, entre el astado y las tablas, tratando de encender sus embestidas, siempre remisas.
Lo que no le importó para hacerle lo que quiso con Bronce, en un dominio absoluto de los terrenos y una exhibición total de capacidad y valor. Se entregó en las cortas al violín con Generoso y cobró un rejón certero, que desató la petición del público, sin correspondencia.
La tardanza del ejemplar en caer dejó sin premio a Diego Ventura en su primer toro de Rancho Seco, que tuvo buen fondo, aunque fue reservón.
Lo templó magistral ya de salida con Joselito, tomándolo muy en corto para consentirlo y lo cuajó en distancias muy reducidas después en banderillas con Fino y Bronce.
Al quiebro con el primero y en esos terrenos de absoluta cercanía y dominio con el segundo, literalmente metido entre los pitones.
El carrusel con Detalle fue el broche exacto para una labor de gran conexión con el tendido, que le tributó una cerrada ovación al término de la faena.
Si no pudo hacerlo en el ruedo, sí triunfó Ventura al cosechar su primer lleno de la temporada, justamente, en la noche de su reencuentro con México. Una constatación más del especial cariño con el que le aguarda y lo recibe la afición azteca.
El poderío de El Zapata
Motorista de 458 kilos, segundo del festejo, con el que Uriel Moreno El Zapata firmó una saludo capotero variado y puso todo en las banderillas. Estuvo esforzado con la faena de muleta ante un ejemplar de pocas opciones. Certera estocada que le valió el corte de una oreja.
Oreja de peso y valía para la entrega desmedida de Uriel Moreno El Zapata que estuvo rotundo ante Mochilero, de Rancho Seco, que saltó en dos ocasiones al callejón.
No fue un toro fácil, tuvo peligro, pero terminó por imponerse el poderío del torero tlaxcalteca que pasaportó al segundo viaje.
Enorme esfuerzo de Diego San Román
El enorme esfuerzo lo plantó Diego San Román con el tercero del festejo, Catrino de 457 kilos. Poco pudo hacer con el capote, y con la muleta tuvo esa entereza para vencer las adversidades.
El toro de Rancho Seco no fue sobrado de fuerza, ni tampoco tuvo esa transmisión, pero el torero queretano supo tocar las teclas firmes, con ese poder absoluto de hacer lo imposible, posible.
Diego San Román se fajó, como se dice en el argot taurino, y consiguió robar los muletazos. Alargó mucho el trazo por el izquierdo y por el derecho costeó ese peligro constante y latente.
Como cada tarde, San Román estuvo dando el paso hacia adelante, convencido de que así tiene que ser.
El sexto permitió el toreo inspirado con el capote de Diego San Román, que asentado jugó los brazos a la verónica.
En la muleta se pensó que el juego del animal sería otro, pero se aplomó el de Rancho Seco y todo se diluyó. No quedó por el enorme esfuerzo del torero queretano que buscó acortar las distancias y que quiso a toda costa robar los muletazos, que no tenía el descastado ejemplar de Rancho Seco.