Zacatecas.- Entre el olor a cuero, hilos, máquinas de coser y agujas, se ha desarrollado la vida adulta del señor Lucio Bermúdez, quien desde los nueve años aprendió el oficio de la jarcería.
Esta ocupación la heredó de su abuelo Pablo Bermúdez, quien siempre luchó por transmitirle sus conocimientos con el objetivo de brindarle un futuro prometedor que le permitiera salir adelante.
Lucio comentó que desde pequeño veía a su abuelo trabajar el cuero, y con el paso del tiempo comenzó a aprender, aunque se dedicó de lleno a esta actividad desde hace nueve años.
“Mi abuelo era una monería, él sabía hacer de todo, aunque no sabía leer ni escribir, y aun así me enseñó todo sobre la elaboración de artículos a base de cuero”, dijo.
Con lágrimas en los ojos y voz quebrada, narró que cada que empieza a elaborar los cintos y fundas para pistola, navaja, cuchillo, machete y tranchete, recuerda las enseñanzas y pláticas de su abuelo, pues considera que lo que es se lo debe a todos sus consejos y enseñanzas.
Razón por la que diariamente su recuerdo lo motiva a levantarse cada día y acudir a su taller, ubicado en el Mercado Hidalgo, para elaborar de manera artesanal estos artículos, que son adquiridos por personas de la zona rural.
“Cada que empiezo a coser mis cintos y fundas me vienen los recuerdos y le hecho bendiciones en donde quiera que esté (su abuelo), pues todo lo que sé es por él, y lo que hago es un modo de mantener viva la esencia de mis antepasados”.
A sus 70 años, su mayor deseo es que este oficio siga pasando de generación en generación, pues aunque aún no tiene nietos, espera que sus dos hijos transmitan sus conocimientos a los nuevos integrantes que conformen su familia.