CIUDAD DE MÉXICO. Enviado por los agustinos a una misión en Perú en 1989, el nuevo Papa forjó en ese país sudamericano un corazón al servicio de los pobres.
Durante más de dos décadas, Robert Prevost realizó trabajo de evangelización en las ciudades peruanas de Chulucanas, Trujillo, Callao y Chiclayo, de cuya Diócesis es Arzobispo emérito y a la cual saludó ayer desde la Basílica de San Pedro.
«Un saludo a mi querida Diócesis de Chiclayo, en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su Obispo», dijo en español.
En Perú recuerdan sus viajes de más de 700 kilómetros entre el norte y centro de Perú, a media pandemia de Covid 19, para cumplir con sus labores entre las Diócesis de Chiclayo y Callao.
Sus hermanos de la Provincia Agustiniana del Medio Oeste de Chicago celebraron ayer su elección y lo describieron como un «verdadero oyente y constructor de puentes».