El viaducto elevado, el triunfo ciudadano y Miguel Varela
El retiro de la maquinaria para la construcción del viaducto elevado en el bulevar Adolfo López Mateos, la semana pasada, por resolución judicial que suspende la ejecución de la obra, marca no solo un hito en la historia urbana de la capital, sino un extraordinario triunfo ciudadano, en el que destaca el aporte, nos guste o no, del alcalde Miguel Varela, opositor al proyecto, con la motivación de preservar la esencia arquitectónica de la capital de Zacatecas.
Dicho acontecimiento hace que en Zacatecas surja el paradigma de ciudad gobernada por los propios ciudadanos y que los sociólogos urbanistas más prestigiados de México y América Latina, como el profesor Néstor García Canclini, denominaron “Urbes de la Democracia”, en su obra Culturas Híbridas, en la cual define las estrategias para entrar y salir de la modernidad.
Por la rebelión de la ciudadanía organizada, nunca antes registrada en nuestro estado, se ha detenido esta obra de elevadísimo costo no solo económico para los zacatecanos, sino también de repercusiones culturales radicales, porque (de concretarse) modificaría la ecología y la esencia arquitectónica de la capital, ciudad educadora por excelencia.
Y sí, efectivamente, se pone compás a la realización de esa obra que, propiciaría el amurallamiento del Centro Histórico y que conduciría a la apropiación/expropiación/privatización del espacio público, con fines de negocios particulares, privados y de grupos políticos, realizados con dinero de la ciudadanía. Y eso no es estimular la modernidad de la ciudad. Es hurtar su esencia.
La monumental ciudad de Zacatecas lo es por su grandiosa arquitectura, por su riqueza cultural y por la nobleza de su gente, urbe por la que se desplazan cotidianamente casi 80 mil estudiantes de todos los niveles. La fuerza de su patrimonio está en su gente, no solo en su belleza arquitectónica.
Dos elementos han contribuido a la suspensión, por el momento, de la obra del viaducto elevado: Primero, por la fuerza de la rebelión de la ciudadanía organizada; y segundo, resultado de la actuación objetiva, honesta e imparcial de jueces y juezas federales.
Ahí, han estado puntuales y firmes protestando en contra del proyecto ciudadanos, comerciantes, artistas, profesionistas, investigadores, académicos, docentes, estudiantes, sindicatos y organizaciones a través de la agrupación Ciudadanía Participativa.
Y se oponen a la destrucción de la ecología panorámica y arquitectónica, a la devastación económica por la desaparición que implicaría de innumerables empresas familiares y al ecocidio, porque serían cientos de árboles talados con la ejecución de la obra.
Es tiempo de coincidir con los grandes pensadores de la literatura hispanoamericana que, como Gabriel García Márquez, Camilo José Cela y Octavio Paz, al tener la oportunidad de visitar la ciudad de Zacatecas y quedar deslumbrados de su belleza, recomendaron al pueblo y a sus autoridades, proteger la esencia de su riqueza cultural y arquitectónica.
Hay que atender ese llamado y sumar esfuerzos para proteger la grandeza de la capital, con el entendido de que la modernidad de una urbe no se mide en términos de toneladas de cemento para la construcción de un puente.
La modernidad de una ciudad se contrasta con sus niveles de justicia, bienestar e igualdad de que goza un pueblo.
Por lo demás, la suspensión de la obra del viaducto elevado pega fuertemente en el punto de flotación de la legitimidad y legitimación del grupo gobernante, por su incapacidad para gestionar con eficiencia dicha obra.
Los poetas y la ciudad
La belleza de la capital ha inspirado a los más connotados y prestigiados poetas zacatecanos.
Ramón López Velarde, El Poeta de la Patria, cinceló a través de la palabra, la belleza de nuestra ciudad y la descripción más trascendente la inmortalizó en su poema “La Bizarra Capital de Mi Estado”.
El insigne y memorable historiador, don Salvador Vidal, trazó en una acuarela de palabras la monumental obra arquitectónica de Zacatecas, en su obra “Canto Lírico a la Ciudad”, y en “Piropos al Terruño”, el excepcional poeta del semidesierto Salvador Valdez Carvajal cautivó el amor del pueblo para defender la grandeza de su tierra.
Hoy es tiempo de proteger la monumental riqueza de la capital de Zacatecas. Que florezca su renacimiento.