Conectados y saturados: la sobreestimulación digital en adolescentes. Primera parte
Durante la primera semana de abril, que ya fenece, se llevó a cabo en Zacatecas el Primer Congreso Internacional de Cultura para la Paz, una iniciativa ciudadana que logró reunir a investigadores, artistas plásticos, promotores culturales de varios países del mundo, organizaciones públicas, privadas y de la sociedad civil, así como educadores, universidades y desde luego, a los jóvenes, todos con un solo propósito: reflexionar en torno a un tópico que es de interés universal.
Fui invitada para participar como organizadora y expositora. Como podrás imaginar, mi tema fue la tecnología inclusiva y cómo contribuye a la construcción de paz; ya en otra ocasión abordaré el tema en éste, Tu Espacio Digital.
Durante dos días, se vivió una experiencia significativamente enriquecedora, gratificante y ante todo, esperanzadora.
Ver en primera fila a ese grupo de adolescentes y jóvenes que acudieron no para ser meros espectadores o receptores, sino para participar activamente interactuando mediante preguntas agudas y complejas, dirigidas a cada ponente (ninguno nos salvamos), esto, no sin antes anotar en sus libretas todas las ideas principales que rescataron de las exposiciones; fue algo realmente valioso y motivante.
Una de esas preguntas es la fuente de inspiración de esta colaboración: El joven levantó su mano y dijo: ¿Cómo considera que afecta a los jóvenes la sobreestimulación digital o tecnológica? Excelente pregunta, más aún, si procede de un joven que nació en la era digital, respondí.
Así que el primer paso es definir qué se entiende por sobreestimulación.
Con base en un artículo publicado en el sitio educ.ar Portal, “es un estado provocado por un exceso de estímulos sensoriales, que puede generar una sensación de sobrecarga en uno o más de los sentidos. Esto mantiene al cerebro en un estado de excitación constante, lo que puede generar síntomas de ansiedad y dificultad para concentrarse”.
En este orden de ideas, el uso constante de Internet y el infinito scrolleo que BBVA en español lo describe como ese movimiento vertical de nuestro dedo por las pantallas, para avanzar a lo largo de un documento o contenido publicado en redes sociales u otras plataformas, se erige en la materialización de esta sobreestimulación tecnológica o digital.
Más aún porque la tendencia natural que está registrando el comportamiento de los internautas de la red, es el incremento de las horas que permanecen conectados a Internet.
Según estudios presentados en 2024 por Statista, seis horas y 40 minutos es el tiempo promedio diario que los internautas de todo el mundo pasaron en Internet en el tercer trimestre de 2023, según el “Digital 2024: Global Overview Report” publicado por DataReportal.
El mismo estudio refiere que esta tendencia es especialmente notable en América Latina, donde se registran algunos de los tiempos de navegación más elevados entre los países analizados.
Por ejemplo, en Brasil, los internautas destinan más de nueve horas diarias a surfear la web, incluidas las redes sociales, mientras que en Colombia, Argentina y México el promedio supera las ocho horas, aproximadamente un tercio del día.
En contraste, España se sitúa casi una hora por debajo de la media global, con cinco horas y 42 minutos. Japón ocupa el último lugar del estudio, con un promedio de tres horas y 56 minutos en línea al día (es.statista.com).
¿Qué hay de los adolescentes y jóvenes mexicanos? En 2025, pasan, en promedio, ocho horas y 39 minutos al día frente a las pantallas, incluyendo redes sociales, según datos recientes de Evoca TV.
Estos datos nos dan cuenta de que el mundo virtual para los jóvenes y adolescentes ocupa un lugar preponderante en sus vidas, ya que en este sitio refuerzan aspectos como su sentido de pertenencia, se hacen visibles y buscan esa validación que asocian con las reacciones en las redes sociales.
El sitio educ.ar Portal refiere que “en los adolescentes, la tecnología fomenta la búsqueda de estímulos intensos que generen recompensas rápidas y fáciles, lo que puede llevar a la adicción, la disminución de la curiosidad y la motivación”.
Esta sobreexposición constante también se asocia con: ansiedad y estrés derivado de las constantes notificaciones y mensajes, así como un estado de alerta permanente; dificultades para concentrarse y enfocarse en tareas específicas.
También se asocia a fatiga mental debido al exceso de información; problemas de autoestima generados por la comparación constante de “vidas perfectas” idealizadas en redes sociales; impacto en las relaciones interpersonales por la sustitución de interacciones cara a cara, aislamiento y soledad. Finalmente, alteraciones del sueño por el uso excesivo de dispositivos electrónicos.
Continuará…