FRESNILLO. Cientos de productores de fruta de la región poniente de Fresnillo tuvieron fuertes mermas en cultivos de uva, durazno y ciruela por las recientes heladas atípicas, pero los daños no solo son económicos, sino también emocionales, enfatizó Daniel Torres Mercado, presidente de la Asociación de Usuarios de la Presa Leobardo Reynoso.
Ante el panorama, advirtió que ni el personal del Centro de Apoyo al Desarrollo Rural (Cader) ni de la Secretaría de Desarrollo Rural (Sader) ha visitado la zona para evaluar las afectaciones, por lo que demandan apoyos.
Asimismo, advirtió que cientos de jornaleros no tendrán trabajo, pues no tendrán qué cosechar.
Difícil panorama
“Fue muy triste para nosotros los del campo. En la vid, por ejemplo, hubo alrededor del 50 por ciento de afectación en 450 hectáreas. Y en el durazno, prácticamente fue pérdida total. No va a haber un solo durazno por árbol”, advirtió Daniel Torres.
Explicó que las recientes heladas registradas en la región ocasionaron pérdidas severas y millonarias en cultivos frutales de las comunidades San Cristóbal, El Salto, Eréndira, Emancipación, entre otras.
Dichas afectaciones se suman a otras registradas en cultivos de uva en la zona oriente, en las localidades El Pardillo 1, 2 y 3, Santa Ana, Santa Anita, entre otras.
Daniel Torres informó que los daños alcanzaron hasta 80 por ciento en algunas parcelas, debido a que la temperatura descendió hasta 5 grados bajo cero en algunas zonas.
A la situación se sumó la escasez de agua en la presa, lo que impidió sembrar hortalizas, como tomate y chile, dejándose el recurso natural únicamente para cultivos de maíz y frijol.
Insistió que los daños no solo son económicos, sino también emocionales. “Cada año uno invierte todo lo que tiene, todo lo que ha trabajado durante su vida, y en una noche lo podemos perder. Es muy doloroso”, expresó.
Este año fue peor
El panorama no es nuevo. El dirigente recordó que en abril del año pasado se registró una situación similar, aunque con un menor impacto.
“Este año fue peor. En 2024 se afectó un 40 por ciento, ahora fue como un 50, y en algunos casos, como el durazno, hasta 100 por ciento”, precisó.
A pesar de los esfuerzos de los productores para mitigar los efectos del frío, como el uso de fogatas con llantas y pacas de paja, las temperaturas extremas superaron cualquier intento de protección.
“Todos intentamos salvar nuestras plantas, pero fue imposible. Tal vez si tuviéramos calentadores especiales podríamos hacer algo, pero son muy costosos”, explicó.
En algunos cultivos, como la vid, podría haber una recuperación parcial, pero no se espera más de 40 por ciento del rendimiento habitual, y eso solo si se invierte nuevamente en fertilizantes y productos especiales para reactivar las plantas.
“La mayoría de los brotes se congelaron hasta el tallo grueso. En los duraznos ya había frutitas formadas y se murieron todas”, detalló Daniel Torres.
Se estima que resultaron afectados al menos cien productores de comunidades como Tapias de Santa Cruz, El Salto, Emancipación y Buenavista.
Sin apoyos
Pese a que estos problemas son recientes, hasta el momento no se ha recibido algún tipo de apoyo por parte de las autoridades estatales o federales.
“No hemos tenido ni una visita de Sader. Nadie ha venido a ver cómo estamos, ni Víctor Escobedo, que está aquí en el Cader, ni Juan Antonio Rangel, delegado estatal de Sader. Vamos a ver si la próxima semana podemos hablar con él”, expresó el líder agrícola, quien planea acudir a solicitar apoyo en forma de fertilizantes orgánicos, como compostas, para reactivar los cultivos afectados.
Las pérdidas económicas aún no se cuantifican del todo, pero ejemplificó el impacto con un cálculo de la producción de uva de mesa en El Salto: “en un año normal salen tres o cuatro camiones diarios con uva, pero el año pasado solo salía uno. Si calculamos tres camiones, de 15 toneladas cada uno, eso es una pérdida de 600 mil pesos por día, durante unos 75 días de cosecha”.
La afectación no solo golpeó a los propietarios de las tierras, sino también a cientos de jornaleros que perdieron su fuente de ingresos, lo que incrementó las dificultades económicas en la región.
“Todos tenemos compromisos: con la Comisión Federal de Electricidad (CFE), con Coppel, con la tienda, y al no haber producción, no hay con qué pagar”, explicó Torres Mercado.
Pese a ello, el ánimo de los productores no decayó del todo. “Con ilusión y esperanza seguimos adelante, seguimos trabajando. No nos queda de otra”, concluyó el líder agrario.