ZACATECAS. «Nunca me esperaba algún detalle de estos», confesó Martín Ovaldo Vega García mientras recibió un reconocimiento por sus 30 años de promoción a la charrería en el sureste del estado.
Sus manos, curtidas por años de sogas y riendas, sostienen el premio con la misma firmeza con que ha defendido este deporte tradicional en una región en la que pocos apuestan por él.
El presidente de Rancho La Joya no esquiva la realidad, promover la charrería en el sureste del estado, específicamente en Loreto, ha sido «muy delicado» y con «apoyo nulo» de las autoridades.
Sin embargo, donde otros verían obstáculos, Vega García encontró aliados.
«Hemos tenido la organización y la suerte de que padres de familia, por ahí algún amigo, que nos han apoyado para poder tener instructor», relató.
Ese espíritu de comunidad permitió que durante 12 años mantuvieran instructores de primer nivel como Georgina Blasco «La Coca», quien llevó a las escaramuzas a dominar el estado por tres años consecutivos.
Rancho la Joya
La historia de Rancho La Joya comenzó sin lienzo charro propio, «practicábamos en el pasto, ahí donde comemos», recordó Vega García.
De esos inicios surgió un semillero que ha dado frutos. «De 15 jóvenes que iniciaron, 13 siguen charreando actualmente.»
El circuito que formaron con equipos de amigos en Loreto, Jaral, Ojocaliente y el Papantón de Don Godo mantuvo viva la tradición.
Ahora, uno de aquellos niños que comenzó a los cinco años se ha convertido en instructor del equipo.
Vega García, quien tiene un pasado como futbolista y presidente de la Liga Municipal de Fútbol, fue «jalado» hacia la charrería por sus hijos y esposa.
Lo que más le entristece es la invisibilidad mediática, «cuando ves las noticias y resulta que no hay nada de nuestro deporte nacional, es triste».
Mientras los cabalgantes abundan, los verdaderos charros escasean, lamentó.
Pero Martín Vega sigue firme, decidido a que la tradición no desmaye en Loreto y la región sureste, sosteniendo las riendas de un legado nacional que se niega a desaparecer.