JALISCO.- El matador de toros Juan Pablo Sánchez cortó dos orejas en la segunda tarde de la temporada en la plaza Nuevo Progreso de Guadalajara, donde salió a hombros.
Juan Ortega cortó un trofeo, mientras Diego Silveti se fue de vacío en una tarde en la que poco fue el juego que ofrecieron los toros de Pozo Hondo.
TRAS PETICIÓN
Colombiano, de 472 kilos, número 36 de Pozo Hondo, fue el astado que abrió el segundo festejo de la temporada en la plaza Nuevo Progreso.
El burel correspondió al matador de toros Juan Pablo Sánchez que buscó la variedad con el capote.
Con mucha pausa comenzó su faena el torero hidrocálido, doblándose con el ejemplar y teniendo claro que había que darle mucho reposo por la escasa fuerza.
Por el izquierdo lo llevó con lentitud, buscando ayudarle en el viaje, sin obligarle, y por eso los naturales obtuvieron la templanza.
La paciencia que caracteriza al torero le llevó a darle al astado el tiempo y la distancia y por eso logró romper en los finales por el derecho con series de mucho empaque.
El sitio, la antesala del toreo en redondo y al tiempo, los toques finales de una faena plagada de madurez y entendimiento. La estocada certera, cortando una oreja tras la petición.
ENTRE PALMAS
Platero, de 478 kilos, el segundo del festejo, correspondiendo a Diego Silveti que tuvo un breve saludo con el capote.
Brindó a la afición tapatía y comenzó su labor ante un toro deslucido y de poca transmisión, apostando el guanajuatense por una faena a media altura, ayudándole mucho en el viaje.
Siempre dispuesto y con entrega se mantuvo el torero guanajuatense que buscó las vueltas por ambos lados.
Muy por encima Silveti que pasaportó al segundo viaje, para retirarse entre palmas.
BRINDAN FAENAS
El tercero bis, Trianero, de 515 kilos, de Pozo Hondo para Juan Ortega, quien con lentitud se recreó con un quite.
Un brindis bajo el reconocimiento al maestro José Antonio Ramírez El Capitán, para comenzar su faena en la que pulsó mucho a otro toro que tenía la fuerza justa.
Lo esperó por el izquierdo, forjando los naturales con mucho reposo, logrando darle a su faena ese lucimiento necesario.
Elevó los niveles cuando por derecho lo toreó a cámara lenta, ligando la serie más pura, en la que aprovechó para imprimir esos detalles con aires antiguos. Media ración de acero fue suficiente para pasaportar al animal.
El cuarto de la tarde, Turrón, de 480 kilos, fue el cuarto de la tarde al que Juan Pablo Sánchez saludó por verónicas.
Brindó su faena al maestro César Rincón, presente en una barrera del coso tapatío.
El tercero tuvo poco, muy poco, deslucido, sin fondo, y además con peligro. Una vez más el torero de Aguascalientes mostrándose con poder, en una faena donde se metió entre los pitones con gran valor, sin dar tregua. Aguantó mucho y los muletazos robados fueron de enorme mérito. Oreja tras estocada.
EL CIERRA PLAZA
El quinto de la tarde, Garambullo, de 500 kilos, permitió a Diego Silveti ejecutar un vibrante quite.
El guanajuatense citó de largo al de Pozo Hondo para ejecutar un péndulo que puso emoción.
El toro aportó a cuenta gotas, muy justo de fuerza, perdiendo las manos, pero Silveti planteó cara, acortó la distancia, dejó la muleta en la cara y tiró con determinación.
Pudo estar por el pitón derecho con poder, siempre por encima. No se dejó nada en esta faena que pinchó.
Lunero, de 492 kilos, fue el toro que cerró plaza, segundo del lote del torero español Juan Ortega.
El ejemplar de Pozo Hondo perdió las manos apenas en el primer muletazo, otro deslucido al que poco pudo hacerle. El público le despidió entre palmas.