ZACATECAS. “Íbamos hacia el carro, mi hermano, mi mamá y yo, cuando nos detuvimos a comprar camarones asados y de pronto se escuchó un fuerte estruendo, por lo que mi hermano cayó inmediatamente al suelo y creí que le habían dado un balazo”.
Así fue la experiencia de una de las lesionadas en la explosión del lunes durante la madrugada, fuera del estadio Carlos Vega Villalba, en la Feria Nacional de Zacatecas (Fenaza), donde al menos 20 personas resultaron heridas.
“A pesar de que quedamos aturdidos por la explosión, me preocupaba mi hermano, ya que se quedó inmóvil en el piso, pero a la vez, también me apuraba por el estado de salud de mi mamá y de mi hijo que llevaba en brazos”, quien salió sano y salvo de los hechos.
Unos instantes después del fuerte estallido llegó el olor a pólvora. Luego una nube de humo gris y negro, que salió desde abajo, no dejaba ver mucho.
“Una policía, fuertemente armada, se acercó a mí, me indicó que me tirara al piso y me quitó a mi hijo para revisar que no estuviera herido. Mientras hablaba por teléfono para avisar de la situación, otro civil armado se acercó y me lo quitó (el celular) para que no diera aviso, me indicó que no le estuviera avisando a nadie”.
El hombre le aseguró a la mujer que le regresaría el teléfono, pero no fue así, “y hasta lo apagó luego de unos minutos”.
CAOS Y TEMOR
Los policías municipales no sabían cómo reaccionar y comenzaron a mover a los heridos a otra zona, ya que consideraban que había riesgo de otra explosión.
La mujer lesionada destacó que con ella no esperaron a los paramédicos: “me llevaron en una patrulla junto con mi hijo a la Unidad de Emergencias Médicas (Uneme), que ya tenía sobrecupo, por lo cual minutos más tarde fue trasladada al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)”.
Ella fue la primera de sus familiares en ser trasladada a recibir atención médica, pero perdió comunicación con su hermano y su madre, quien en medio del estrés que causó la actitud de las autoridades, se refugió en un puesto de tamales donde le dieron primeros auxilios.
En el caso de su mamá, una adulta mayor, ante el shock de ver tirado a su hijo y no saber nada de su otra hija y su nieto, no se había dado cuenta de que también presentaba lesiones por esquirlas en ambas piernas: “fue hasta que sentí que me había hecho del baño que me percaté que estaba sangrando”.
La sexagenaria declaró que después de que se llevaron a su hija, comenzaron a llegar muchas ambulancias: “a mí me llevaron en una de la Cruz Roja”, precisó, y fue trasladada al Hospital General sin saber del paradero de sus hijos y nieto.
Al ingresar al centro médico le informaron que tenía una fractura de rótula, pero al paso de los minutos y al recibir atención más detallada, determinaron que sus heridas eran producto de esquirlas, mismas que le indicaron que no podrían extraer.
“Solamente me pusieron puntos y me dijeron que me cuidara de que mi piel no se pusiera negra o me saliera pus, y me dieron de alta sin poder siquiera caminar”, puntualizó.
A pesar de tener poca movilidad por sus lesiones, se puso a buscar a sus familiares y se dio cuenta de que su hijo también estaba en el mismo hospital, fuera de peligro, pero con “heridas de consideración”.
La mujer fue dada de alta horas después de ingresar. Su esposo acudió por ella y la llevó a otros hospitales para buscar a su hija y nieto, quienes estaban fuera de peligro y ya eran atendidos.
CAMBIO DE PARTE
La mujer, al ser beneficiaria del IMSS, pudo recibir incapacidad médica por cinco días; sin embargo, le cambiaron el parte médico: “cuando ingresé me dijeron que tenía lesiones por esquirlas por explosión y en mi incapacidad manejaron lesiones por esquirlas por acumulación de gas”.
El joven de la familia que resultó lesionado fue de los más graves, ya que presentaba desgarres en ambas piernas y una herida de por lo menos siete centímetros, por lo que fue necesario mantenerlo en observación hasta pasado el mediodía del martes.
La familia advirtió que teme represalias, ya que las autoridades se quedaron con su teléfono y en el hospital también fueron entrevistados por agentes de la Policía de Investigación (PDI). Además, aún no reciben algún tipo de apoyo de las autoridades gubernamentales.