CIUDAD DE MÉXICO. Las novilladas previas al octavo festejo en la Plaza México estuvieron cargadas de incidentes y de fuertes recriminaciones a los protagonistas por el nivel mostrado, pues para muchos aficionados los consideraban no merecedores de estar en el coso más grande del mundo.
El saldo: varios heridos, novilleros escuchando tres avisos y otras historias que causaron un poco de desánimo.
La realidad es que no se puede juzgar de una manera tan severa a los toreros que tienen y cuentan con tan pocas oportunidades en nuestro país. Muchos suman en años, si acaso, cuatro o cinco festejos, contrario a un lado de la balanza de otros nombres que tienen mayor regularidad y que cuentan con más rodaje.
LO IMPRESCINDIBLE
Cada tarde podemos ver una jornada desde diversas ópticas, puede gustarte o no un novillero, pero lo que no debe faltar en el ruedo es “el deseo de querer, de ser, y estar”.
Eso sí lo puedes señalar, y debes hacerlo sin miramientos: tener un astado para el triunfo o uno que no embista, jamás será una justificación para que no haya entrega en el ruedo, y en ese tenor, NTR Toros tiene el gusto de presenciar una novillada de buen nivel, donde tres conceptos diversos estuvieron a la altura.
El concepto de Emilio Ricaurd, torero de corte clásico, gusto y convicción, así como la determinación con la que estuvo el tapatío Axel López, que con el pasar del tiempo podrá pulir los errores.
En tanto, Juan Querencia es un novillero con más andanza, y este domingo también nos mostró buenos detalles en su paso por un festejo que nos da un respiro.
JUAN, VOLUNTAD MANIFIESTA
Abrió plaza Ahijado de 418 kilos, de la ganadería de Las Huertas, al que Juan Querencia lanceó a pies juntos sin poder rematar el saludo.
El novillo se mostró con la fuerza justa y deslucido, pero con la virtud de humillar, así que Querencia aquilató derechazos con calidad, de uno en uno, con detalles muy pintureros.
La faena caminó entre la voluntad del novillero, que agotó los recursos. Esto dejó un buen sabor de boca. La estocada fue muy defectuosa. Silencio.
Consentido de 415 kilos, un ejemplar también con calidad de Campo Hermoso. Variado saludo con el capote y una faena que comenzó de rodillas en las tablas, aún con la clase del animal, faltó fuerza, pero la actuación no terminó de romper, si bien lo que pudo a ir a más, se esfumó en un suspiro.
Lo que aquí funcionó fue la estocada, y aunque el ejemplar tardó en doblar, hubo ligera petición de oreja no concedida.
AXEL, EL DESEO DE ESTAR
Cachito de 420 kilos, de Las Huertas, segundo de la tarde, para un convencido Axel López que imprimió variedad y vistosidad con el capote.
Más voluntad que solvencia dejó en las banderillas. En la muleta encontró a su paso un ejemplar con nobleza al que supo aprovechar bajo las condiciones de torearle por el derecho y de profundizar en los muletazos, series donde nos mostró su firmeza y entrega, consiguiendo además porfiar con ese valor y determinación.
Fue un animal que no regaló nada, había que pisarle los terrenos y aguantarle mucho, y Axel lo hizo. Su carta de presentación fue buena. Estar en la Plaza México con poco rodaje y convencer nunca será tarea fácil.
Más que deseo, se tiene que demostrar que se quiere y se puede. Los argumentos fueron buenos, así como la faena, que se resolvió sobre la marcha con una técnica que se va perfeccionado. Es un comienzo halagador.
Manoletinas en los finales y un pinchazo hondo que no causó mayor daño. Espada corta y dos avisos para saludar en el tercio.
¡No me rajo! de 448 kilos, quinto de la tarde, de Campo Hermoso, al que Axel López recibió de rodillas, toreando por verónicas.
Un quite por zapopinas puso emoción a la tarde. En la muleta se encontró con un novillo muy complicado, que se metía, quedándose corto y había que medirle mucho los terrenos.
Hay que ser capaz tanto con el bueno como con el malo, y ésta fue una prueba dura para el tapatío, a quien le costó resolver, pero sobre la marcha superó la prueba y lo hizo a base de valor y de agotar los recursos.
Dejó un espadazo, pero el toro no dobló: tres golpes de descabello. Vuelta al ruedo con protestas tras aviso.
LA CLASE DE EMILIO RICAURD
Qué Suegro de 420 kilos, tercero de la tarde y ejemplar procedente del hierro de Campo Hermoso.
Emilio Ricaurd tuvo una formación en tierras españolas, y ahora, con su presentación en la Plaza México, mostró un buen concepto del toreo.
Clase y temple conjuntos y un novillo noble, con recorrido. Su comienzo de faena, pausado, caminando determinante y con detalles.
Para ponerse en sitio, tomó la muleta en la diestra y corrió la mano: series cortas pero templadas, dos o tres muletazos y los remates por alto.
Qué despacio lidió por el izquierdo, y el novillo humillando, metiéndose en los vuelos, se mostró al natural.
Siempre habrá diferentes conceptos del toreo, pero el de Ricaurd convenció: es un matador de un corte artístico, de sentimiento, de transmisión.
Llegar a la Plaza México es una apuesta de todo o nada, de saber que si no pasa nada, el futuro inmediato se compromete, pero también, que sí algo sale bien, puedes abrir más puertas.
Entendiendo eso, Ricaurd cerró con manoletinas de rodillas, un esfuerzo adicional, que se valora. Muy pesado con el acero, por lo que se perdió la posibilidad de cortar pelo. Saludó en el tercio, escuchando antes un aviso. El novillo de Campo Hermoso fue acreedor a arrastre lento.
Aviador de 412 kilos, de Las Huertas, sexto de la tarde, para Emilio Ricaurd, quien comenzó su faena con un cambiado por la espalda.
Un novillo en el tenor del comportamiento que tuvieron durante la tarde los ejemplares de Las Huertas. Muy rajado resultó. Se retiró entre palmas escuchando antes un aviso.