No puedo ser feliz
No existe nada más liberador, para la aterrada alma, sobre todo en estos años de muchos balazos y más ideológicos bandazos, que revisar los diarios y leer declaraciones cada día más aterradoras, como saber que, en el ranchote, y a solicitud de sus patrocinadores, la Señora Bertha Sóchil dice que va a impugnar todas las elecciones, incluida la que se celebrará para elegir a la Flor más Bella del Ejido.
En la misma tesitura, el CEO del PRD, Chucho Segundo, dice que nomás nadie lo va a despegar de la ubre y van a acudir a todos los tribunales para alcanzar el 3 por ciento que le permita a su empresa seguir viviendo del presupuesto. Faltaba más.
Y mientras sigue esta comedia de enredos y disparates, de humor involuntario, la derecha y la ultraderecha avanzan incontenibles en la vieja Europa.
Las noticias que nos llegan son alarmantes y, en calidad de mientras, obligaron a Monsieur Macron a disolver el parlamento para convocar a nuevas elecciones, después de que la derecha encabezada por Madame Le Pen le puso una soberana chinga en las elecciones del euro parlamento.
De la misma manera, en otros países del vetusto continente, los cambios por los resultados electorales se están produciendo. España y Alemania ya se están ajustando al susto que ha provocado la derecha nazi. Pero tan sencillo como es que se echen una vuelta por acá para decirles cómo dejar a la derecha mexicana más frita que una tilapia acapulqueña.
Y es que nuestra derecha subdesarrollada nomás sigue sin entender que la ausencia de una fuerte carga ideológica en su discurso, además de las propuestas populistas que le son propias, son esenciales para avanzar en el campo electoral.
Los veo patalear, chillar, revolcarse en el suelo, pero nada de estudiar ni debatir internamente. La ausencia de autocrítica siempre será un enorme peso político en contra de cualquier organización política. La ausencia de capacidad para cuestionar las idioteces de seudo dirigentes sigue marcando a muchos partidos y organizaciones.
Y eso, estoy casi seguro, seguirá sucediendo en los partidos de la derecha histórica (PAN y PRI), pues sus seudo dirigentes están más preocupados en quedar bien acomodados en las listas de representación proporcional (preferentemente en el lugar uno o dos); asimismo acomodar a la cónyuge o hijos e hijas. Pero, ¿ideología? ¿Eso no da para comer, para viajar, para comprar un BMW, para tener lonchecito? No, todo lo que quieran menos dos cosas: tener un compromiso ideológico y estudiar.
En esa tesitura y cuando das el bandazo ideológico, sucede lo que vive el PRD actualmente. Poco a poco quienes se quedaron con la propiedad del partido, lucharon denodadamente por destruirlo, acatando -debo suponerlo- las instrucciones de sus aliados de la derecha.
El PRD siempre significó un gran compromiso con las causas populares, con los más necesitados. Ésa era la mística del PRD, donde confluimos ciudadanos de diversas corrientes ideológicas, pero en esencia quienes veníamos de la izquierda, de la verdadera, no de la postiza entreguista de Los Chuchos.
Ese compromiso asumimos cuando, en el Hotel de México, el camarada Adolfo Gilly y quienes confluimos en 1988 en el MAS (Movimiento al Socialismo) decidimos acompañar a Cuauhtémoc Cárdenas en la construcción de un nuevo partido político que, gracias a la generosidad revolucionaria del camarada Heberto Castillo y compañeros del PMS, se otorgó para el registro de lo que sería, un 5 de mayo del año 1989, un nuevo referente político: el Partido de la Revolución Democrática.
Hoy, creo que muchos compañeros así lo sentirán igual que yo, acudimos con tristeza a las exequias del partido que construimos con muchos sueños, al que le aportamos todo sin recibir nada, el de las tribus que fracturaron al partido, el de la formación política de la que salimos muchos abogados especialistas (saludos Fernando Galván, Adrián Mendoza, Héctor Romero y tantos otros).
Triste fin del PRD, por obra y gracia del espíritu entreguista Chucho. Saludo a quienes buscaron nuevos derroteros, ustedes representan a la izquierda moderna, y recuerden que: ¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!