AGUASCALIENTES. Arturo Gilio ha ratificado en la Monumental Aguascalientes el buen paso que lleva su carrera profesional. Un golpe sobre la mesa lo dio en la novena corrida del Serial Taurino de la Feria Nacional de San Marcos, al cortar dos orejas y salir a hombros.
José María Manzanares firmó la clase y confirmó el idilio con Aguascalientes, una faena donde se prodigó con templanza a un ejemplar que tuvo la calidad y la nobleza del hierro de Los Encinos, el cuarto de la tarde. La colocación de la espada fue el factor para que no cortara oreja, pero el aroma del buen toreo quedó impregnado.
Quien apostó también el todo fue Isaac Fonseca con su segundo, determinación y ese deseo de triunfo lo llevaron a cortar una oreja.
MANZANARES, LA INDUDABLE CLASE
Platerito de 494 kilos, del hierro de Los Encinos, fue el abre plaza al que con elegancia saludó por verónicas el torero español José María Manzanares. Una faena de muleta que comenzó con un prólogo por pitón derecho en series que tuvieron la calidad, pero el novillo tuvo muy poca transmisión, además, la fuerza fue muy justa, y es por ello que no alcanzó los altos vuelos.
Por el izquierdo, regaló muletazos sueltos, en un esfuerzo claro del torero por ir a más, se mantuvo en la distancia, y en el tiempo, pero es que además tuvo el viento en contra. Pasaportó al tercer viaje y se retiró entre palmas.
El cuarto fue devuelto tras las protestas y tuvo que salir el primer ejemplar de reserva. José María Manzanares destacó con una media cargada de esa solera. Muletazos con mucha suavidad con los que comenzó su faena de muleta el alicantino, trazos que acompañó con la cintura ante un novillo muy noble que humilló, tomando la muleta con mucha fijeza.
Con Pegajoso, Manzanares también se prodigó por el izquierdo, siempre con la distancia precisa, y esa elegancia que llevó a ritmo, con suavidad. La pausa fue dando las notas derechistas, ligadas con la eterna clase, con ese trazo tan hondo y profundo que los olés iban a compás.
Con las más finas esencias, el español fue llevando a más una faena donde no dio espacio más que a torear con gran temple, con pases de pecho en cámara lenta. Estocada entera y contraria. Pese a la mayoritaria petición de oreja, no se concedió, dando Manzanares una vuelta al ruedo.
FONSECA, REMONTAR Y VENCER
Mulerito, de 476 kilos, fue un ejemplar protestado por su presencia, con el que Isaac Fonseca tuvo que remar contra corriente, y es que muchas veces, poner de acuerdo a una plaza de toros es complicado. Tuvo el buen gesto de brindar al banderillero Gustavo Campos que hoy se despedía de los ruedos.
El michoacano eslabonó buenos pasajes, pero el novillo fue muy deslucido e incierto, además de arrollarle, de fea manera, llevándose una fuerte voltereta. Fonseca se puso de nueva cuenta, y lo intentó todo con la solvencia y la claridad de ideas.
Oye Poco fue el quinto de la tarde, con el que Isaac tuvo un buen comienzo de faena, cambiado por la espalda, apuntando a lo más alto, pues sabía la importancia de un triunfo aquí. Por derecho la primera serie ligada, tres muletazos que remató con el de pecho, aprovechando la calidad que mostró el ejemplar.
Continuó por este pitón donde firmó con temple y calidad, estando Fonseca más pausado, sin apresurar. El de Los Encinos tuvo mucha fijeza, ésa fue una gran virtud, permitiendo también estar al michoacano por el izquierdo, y así con toque suave se gustó por naturales. El toro fue a menos, quedándose corto. Mató de gran estocada por lo que tuvo petición de oreja.
GILIO, CONSTANCIA, Y VERDAD
Doble Letra de 560 kilos, tercero de la tarde y primero del lote del lagunero Arturo Gilio, un novillo muy incierto desde su salida, que en la muleta tuvo poca fuerza, pero fue fijo y con ritmo.
Gilio se plantó y consiguió una serie mandona por pitón derecho, pero muy pronto el de Los Encinos buscó las tablas. El torero buscó llevarlo de nueva cuenta a los medios y ahí cuajó otra serie templada por la senda derechista.
Buscó también por el izquierdo, con naturales muy largos, tratando de someter al ejemplar que marcaba su querencia. En la cercanía de tablas, alardeó con valor y se puso en la línea, pero ante un toro así no se podía ir a más. Fácil anduvo con la espada para retirarse entre las palmas del público.
El sexto de la tarde, y por tanto, el cierra plaza, fue Madrileño de 477 kilos, que correspondió a un determinado Arturo Gilio, que apostó todo, tanto que decidió tomar las banderillas y estar soberbio en el Segundo Tercio.
De rodillas, a corazón abierto, inició su faena de muleta, con esa entereza, llevando los muletazos templados, con un novillo que apuntó cosas buenas, aunque faltó la fuerza y transmisión. Poco a poco fue estructurando una faena que alcanzó los altos vuelos, ha toreado templado y con reposo, pero con ese mando, en los trazos alargados. Pasaportó al primer viaje para cortar dos orejas.
UN ADIÓS NOSTÁLGICO
Gustavo Campos, banderillero de profesión, misma que abrazó por más de dos décadas, hoy puso el punto final a su carrera. Fue después del quinto toro cuando su padre, Leonardo Campos, junto a su hijo David, y su tío Delfino, cortaron la coleta.
La vuelta al ruedo fue entre el clamor de un público que hoy de pie le ovacionó, pues siempre le tuvo un enorme respeto a su profesión, a los toreros con los que trabajó, a sus compañeros de plata, al público, pero sobre todo a él. Comienza un nuevo capítulo, de vida, pero escrito ya está, todo lo que en los ruedos nos regaló. ¡Gracias y suerte!