CIUDAD DE MÉXICO. El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza se despidió con una faena magistral de la Plaza México, un romance que hoy puso su punto final con una tarde histórica que quedará para el recuerdo.
Pablo Hermoso salió a hombros, luego de cortar dos orejas al sexto de la tarde, un buen toro de la ganadería de Los Encinos que le permitió mostrar la clase y el temple perfectos, reafirmando su nivel de figura y grandeza.
Ernesto Javier El Calita cortó una oreja valiosa e importante a su primero; y estuvo muy cerca de salir a hombros, pero el pinchazo ante su segundo no se lo permitió.
Arturo Gilio y un buen paso, también con el corte de una oreja.
Hermoso de Mendoza, con letras de oro
Pablo Hermoso saludó de manera magistral con vueltas completas. Los recortes llenos de temple apenas en el comienzo ante un toro que apuntó buenas cosas y comenzó la siguiente página, ahora con Berlín, con mucha clase toreando de costado, dando una vuelta y metiéndose para cambiar el sentido.
Una batida deletreada antes de clavar la primera banderilla, generando gran emoción y sintiendo la franqueza del toro de Los Encinos, que tuvo bravura.
Temerario aguante en la segunda banderilla, en las cercanías, y con un Malbec entregado que dio el pecho, las hermosinas y los remates con soberbias piruetas, que fueron el acompañamiento de una escena firmada con la espectacularidad y magia de Hermoso de Mendoza que cautivó en esta última página.
Una plaza entera al unísono le gritó ¡Torero, torero, torero! El rejón de muerte fue efectivo, para cortar dos orejas y despedirse en medio de un público que se le entregó sin medidas.
Arias, el tercero de la tarde y primero para el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, al que saludó con Regaliz: temple y mando desde el comienzo de su buena faena.
Grandes pasajes firmó junto al caballo Justiciero, con toreó de costado y esa clase que guarda. La afición también vibró con Justiciero, y sintió cada pasaje de una faena que por titular deberá llevar en mayúsculas CONVICCIÓN.
Cuando la emoción no podría ir a más, un inspirado Pablo se adornó con las banderillas a dos manos y con las rosas. Silencio.
La inspiración que brotó de El Calita
Miguel de 495 kilos, segundo de la tarde, al que El Calita recibió a porta gayola, para después adornarse con chicuelinas, el quite por gaoneras fue la antesala de un buen comienzo de faena, donde buscó encontrar el ritmo. Ligó con mando en las primeras dos series, con muletazos con calidad, también buscó por el izquierdo, donde cuajó muletazos con clase y empaque, por este pitón dejando los detalles con mayor temple. Faltó más a la faena, el toro al final, se fue a las tablas. Ahí, porfió y ligó el toreo en redondo, generando emoción. La rúbrica fue una gran estocada para cortar una oreja.
Poca fuerza tuvo el segundo de El Calita; sin embargo, en la faena le permitió trazos de mucha suavidad, alargó mucho el trazo y tuvo momentos muy finos.
El toreo fue lento, de detalles, de corte clásico, corriendo la mano y haciéndolo con mucha verdad y sentimiento.
Hoy El Calita se mostró con transparencia, con madurez y evolución. Qué cerca estuvo de tocar la gloria; una oreja pudo haber llegado, pero pinchó y no pudo llegar la salida a hombros.
Cae de pie Gilio en la tarde de su confirmación
Carlos de 485 kilos, de Los Encinos, el abre plaza, correspondió a Arturo Gilio, quien tuvo un buen saludo capotero, destacando con media pinturera.
Chicuelinas firmó el torero lagunero en el quite, que fue ovacionado. Un brindis plagado de nostalgia y sentimiento, pues entregó la montera a su padre, el matador de toros Arturo Gilio.
Una faena donde el toreo derechista se impuso, aprovechó la potabilidad que tuvo el ejemplar por este pitón y ligó series con calidad y mando. Estocada certera para cortar una oreja.
Dionisio, el quinto de la tarde y segundo del lote de Arturo Gilio, al que saludó con cadencia con el capote.
De nueva cuenta logró buenos momentos frente a un animal que tal vez no tuvo la transmisión necesaria, pero con el que el joven torero se acomodó de inmediato, entendiéndolo y llevándolo con suavidad.
Se trató de una faena variada con buenos momentos. Estuvo certero con la espada pero la petición no tuvo mayor fuerza, retirándose entre palmas.