SAN LUIS POTOSÍ. Noche redonda de Diego Ventura en San Luis Potosí con un balance total de cuatro orejas que define la dimensión de su actuación y en ambas faenas poniendo el torero mucho más de lo que recibió de sus oponentes.
Pero ni por esas hubo un solo tiempo muerto en el planteamiento de sus dos obras. Ambas fueron un derroche de ambición, como si las hubiera construido un torero nuevo necesitado de tirar puertas abajo.
Noche colosal del genio de La Puebla del Río, absolutamente en estado de gracia. Encuentra toro en todos los terrenos y se le derrama el toreo en todas las circunstancias.
Abrió plaza el rejoneador Andy Cartagena para recibir a Minero, de 480 kilos, de Villa Carmela, al que toreó con mando desde salida, apuntando el toro mucha fijeza y transmisión colocando el primer rejón de castigo.
Toreó de costado aprovechando el buen son del toro, luciendo con las banderillas, actuación variada, tesonera, con poder y valor, dejando la buena ejecución de las suertes, consiguiendo espectacularidad con las piruetas y cuando ha dejado las banderillas cortas.
Falló con el rejón de muerte y perdió la posibilidad de tocar pelo. Terminó siendo aplaudido.
Toro distraído
Realista, de 460 kilos, segundo de la tarde, del hierro de Villa Carmela, correspondiendo al rejoneador Diego Ventura, quien recibió montando a Joselito. Qué bien lo llevó de salida, rodándose y buscando la fijeza para clavar el primer rejón de castigo.
El toro, muy distraído, tardo en atender el llamado de Ventura que dejó un rejón más de castigo. Fabuloso le acompañó en el inicio de las banderillas, encelando al de Villa Carmela que continuó con ese poco son.
Momentos de gran peligro se vivieron cuando el caballo resbaló, quedando a merced del toro el rejoneador que se puso de pie de nueva cuenta para subir a la cabalgadura y dar continuidad a su labor.
El toro aplomado, sin fijeza, con el que Ventura puso todo y, así, con decisión y verdad se volcó para clavar una banderilla en medio de la ovación del público.
El toro distraído ante una convicción plena del rejoneador que de poder a poder se fue para clavar una banderilla más.
En una distancia muy corta, aguantó y al final consiguió la acometida para dejar otra banderilla. Un vuelco de temeridad y entrega de Ventura que tuvo todo el mérito para conseguir hacer vibrar con esos pasajes donde el alma iba por delante.
El público de pie
Bronce, y el temple, para una banderilla en todo lo alto. Quitó la cabezada y llegó la entrega sin medida con banderillas a dos manos, segundos de gloria absoluta que pusieron al público de pie. Fado, y un carrusel deletreado para después dejar un rejón de muerte fulminante. Dos orejas a fuego y de ley.
Palmas del respetable
Huasteco, de 455 kilos, de Villa Carmela, para Leo Valadez, que recibió de rodillas para después torear a la verónica.
Emocionó en un quite por chicuelinas. La apuesta clara de Leo Valadez en busca del triunfo, manifiesta cuando tomó las banderillas y dejó tres buenos pares aplaudidos por el público.
Buen comienzo de faena del hidrocálido, toreo en redondo y buscando el lucimiento, tomó la muleta con la mano izquierda para dejar dos series con calidad. Por pitón derecho apostó y aquilató series muy templadas, dando continuidad con molinetes de rodillas y, después, de pie, las dosantinas de rodillas en una escena de gran pundonor.
Cuando el toro fue a menos y comenzó a rajarse, Leo siguió en la tónica de la entrega, acortando la distancia y sacando los últimos muletazos. La suerte no llegó en la Suerte Suprema, acertando al cuarto viaje. Palmas.
Arturo Gilio
Buena Suerte, de Xajay, de 493 kilos, cuarto del festejo, primero en el lote de Arturo Gilio que se recreó por verónicas en el saludo capotero.
De hinojos comenzó su trasteo, los primeros muletazos a compás por el pitón derecho, poniendo emotividad para conseguir transmitir al público.
También toreó por el izquierdo con series templadas, de gusto, mando y transmitiendo al tendido. Mató al segundo viaje, para cosechar las palmas del respetable.
Espectadores se entregan
Chichimeca, de 500 kilos, de Villa Carmela, segundo para Andy Cartagena que de nueva cuenta apostó el todo por el todo y ha firmado una contundente actuación, con lucimiento, gustando en los pasajes del toreo a caballo y en las diversas suertes.
La espectacularidad en las piruetas de gran ejecución que le acompañaron. Banderillas cortas y a dos manos en momentos de entrega y pundonor con el público totalmente entregado. Petición mayoritaria no concedida.
Saca el teplete
Fraile, de Villa Carmela, de 475 kilos, segundo del lote de Diego Ventura que junto a Joselito, comenzó esta travesía.
Salida con transmisión y emotividad del toro. Junto a Bronce llegó el temple, en un palmo de terreno clavando la primera banderilla y ahí continuado con una obra escrita a puño y letra del arte.
Ventura y el toreo entregado, siempre de frente y sin ventajas, con la naturalidad que brota y cautiva. Cuando el toro se fue a menos Ventura creció con una apuesta excepcional, sin la cabezada de Bronce, el caballo de oro, que ya tienen un lugar de privilegio en México.
Banderillas a dos manos y la plaza en ebullición, el magisterio a caballo. Fado y el acompañamiento de un cierre con broche de oro con las banderillas cortas, un rejón de muerte que en mejor sitio no pudo quedar. Dos orejas.
Arturo Gilio y la apuesta con el octavo, un cambiado por la espalda el preámbulo de una faena variada, con ritmo, acompasada, por ambos pitones, asentado y con trazo largo.
Gilio terminó por construir una faena convincente, de buen gusto y reposo en la que su torería y sello propio emanaron para ir ligando las series que lucieron y gustaron a un público que se entregó en todo momento. Un final de faena con la misma verdad que el inicio.
Toro con clase
Gordo, de Xajay, el toro de regalo de Leo Valadez, que lució con el capote. Faena vibrante, de entrega, del buen toreo, con clase, aprovechando la calidad del toro.
Y la naturalidad brotó cuando corrió la mano, asentado por el derecho, despacio y con la mano muy baja. Por el izquierdo, también los detalles de calidad.
La emoción surgió cuando tomó de nueva cuenta la muleta por pitón derecho dejando de nueva cuenta muletazos con hondura con autenticidad y ese sello de valor que es ya el de casa. Portentoso cambio de mano que tuvo un olé rotundo. Desafortunadamente pinchó.
Foto: Abril Rábago