Doña Apolonia León Salazar
Don Héctor González Ortega y Zalce es un discreto escultor que ha ido proporcionando obras suyas para situar personajes zacatecanos de las trayectorias públicas del siglo XIX –véanse en la alameda de la ciudad de Zacatecas-. En su reciente labor replicó una escultura dispuesta en el lote funerario de la familia Aréchiga León –sita panteón de La Purísima del municipio de Zacatecas-. La obra representa a doña Apolonia León Salazar. En lo que sigue van un par de referencias ella. No sobra señalar: don Héctor tiene vínculos consanguíneos con los Aréchiga.
La señora de la casa 38
Ciudad de Zacatecas. Interior de la alameda. Noviembre 1 o 3 de 1891. En el salón principal penden, de uno de los paneles, dos retratos. Imagino que es en ese lugar, porque dónde sino se muestra a quienes proyectan una dinastía. Las imágenes representan a los amos de la casa: Apolonia León Salazar (guanajuatense de 1855) y Jesús Aréchiga Mojarro (jalpense de 1842). Las pinturas son de J. y A. Vargas (es posible sea José Vargas). Las dimensiones son similares: 180 por 124 cms. Los personajes están sentados. A él le congregaron libros y papeles. Son los atributos que proyectan ilustración, ley y razón. Ella porta un vestido con tela de color negro, no necesariamente es de luto. Está sentada; sus manos descansan en el regazo. Tampoco están sueltas.
Jesús Aréchiga es entonces el gobernador de Zacatecas. Va de largo, desde 1880. Él intervino en las revueltas de la República restaurada. Ostenta el grado de general. Es el hombre fuerte de la entidad. Lo será hasta 1900, luego negociará para sus vástagos y parientes. Jugará a la disidencia al porfirismo (1900-1912) y lealtad al huertismo (1913-1914). Apolonia León es diferente respecto a lo público del marido –se casaron el 11 de julio de 1869-; pues no aparece con frecuencia en los corrillos de la vetusta ciudad. Es un contraste con el protagonismo de las estudiantes y profesoras de la Escuela Normal para Señoritas.
Luto en la casa 38
Doña Apolonia León Salazar falleció por complicaciones en un parto, el 5 de junio de 1894. El hecho fue tratado como batahola política. Un periódico católico acusó de intolerancia al marido gobernador, pues adujo que éste no permitió que ella hiciera su confesión religiosa. Los periódicos amigos de él, acusaron a los católicos de intromisión a la vida íntima de la familia en el poder estatal. Varias semanas se abordó el hecho.
Ella murió luego de un parto. Los accidentes en el hecho provocaron que le amputaran ambas piernas; pero, sin solución ante las complicaciones emergentes, ella falleció. Sus extremidades fueron depositadas en un lote del panteón de La Purísima, propiedad de un amigo del general Aréchiga. El resto del cuerpo lo enterraron en un lote del mismo lugar, propiedad del esposo.
Meses después colocaron sobre el tumulto una lápida de cantera y una hermosa escultura de mármol que representa a Apolonia de pie y sus hijos tomados de la mano y otro sostenido en su brazo.
La batahola
En junio de 1894 murió la señora Apolonia León Salazar. Por este motivo un grupo de personas publicó un folleto al que denominó Corona fúnebre. Siguiendo los usos de la época, la intención última consistía en recordar a la difunta. Sin embargo, si atendemos el contexto sociopolítico local, donde sucedió la defunción y la publicación del impreso, hay una manifestación de lealtad al marido político. Una semana después del fallecimiento circuló la Corona fúnebre. El abogado Manuel Pámanes organizó la impresión de la misma y fue quien pronunció la oración fúnebre el día del entierro.
El folleto lo integraron con palabras de cuarenta y ocho personas. De ellas, unas eran amigos de la familia, otros sólo de la señora y otros más del gobernador, pero, y sobre todo, eran colaboradores y prosélitos de él. Desde la perspectiva de la forma, treinta y dos de los textos aportaron un “pensamiento”, y el resto un “poema”. Al interior, aparecen alfabéticamente. Todos coinciden en que la muerte es el fin de la vida física y en que por sus acciones la persona muerta perdura en el recuerdo de quienes convivieron con ella. Se dividen en cuanto al destino del espíritu: algunos escribieron que va al cielo, otros al “más allá” o a la “mansión feliz de los espíritus”. También se dividen entre quienes reflexionan en la muerte y quienes lo hicieron sobre la persona, doña Apolonia. Este último grupo distingue a quienes reflexionaron en el dolor de la muerte física y a quienes lo hicieron en el dolor de la señora en lo particular. No hay ninguna expresión sui generis de lo que pensaban acerca de la muerte.
Biblioteca de colecciones especiales Elías Amador
En uno de los estantes de los libreros está un libro que cunde en los estudios recientes de feminismo, literatura y cultura impresa, es Colección de varias composiciones poéticas de señoras zacatecanas. Arregladas exprofesamente para la Exposición de Chicago en 1893. Este documento lo han estudiado Gabriela Álvarez, Berenice Reyes, Monserrat Galí, Emilia Recéndez, Socorro Guzmán, y últimamente Leticia Argüelles… El libro Colección sigue una iniciativa que promovió la esposa del general Porfirio Díaz: recuperar y publicar lo mejor de las poetisas mexicanas. En la capital del país la obra estuvo coordinada por el bibliófilo José María Vigil. El volumen de Zacatecas presume como responsable a Apolonia León de Aréchiga. Sin duda, es una mujer que sabe leer y escribir.
Parte de la información de esta colaboración procede del libro Los Decimonónicos (Zacatecas: Fundación Roberto Ramos Dávila, 2022).